Consecuencias económicas de la guerra entre Palestina e Israel

 Cuando los funcionarios del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial se reunieron el pasado octubre poco después del estallido de los combates entre Israel y Hamás tenían, en un principio, la intención de lidiar con los efectos económicos persistentes de la pandemia y la guerra entre Rusia y Ucrania, no enfrentarse a una nueva crisis. Y es que esta nueva guerra en Medio Oriente amenaza con trastornar una economía mundial que no se encuentra en sus mejores condiciones.

Los primeros afectados son los países en conflicto. Muchas empresas de esta zona sostienen su producción con legiones de trabajadores poco cualificados que ahora no pueden ir a trabajar y otros cientos de miles de empleados cualificados que ahora están destinados en las filas de reservistas. Aunque no se puedan dar números fiables, serán notorios la caída del consumo, la inversión, el gasto público -los gobiernos tendrán que aumentar su presupuesto en defensa, lo que provocará un aumento del endeudamiento además de la disminución del gasto en otros sectores- y el déficit en la balanza de pagos. Se augura un descenso del 10% del PIB en Israel y del 46% en Palestina, siendo esta la gran perjudicada.




Además, el impacto económico también se trasladará a otros países y la intensidad dependerá no solo de cuánto dure el conflicto, sino también de los países que tomen partido. En primer lugar tenemos la inestabilidad de los mercados: los inversores están huyendo de la renta variable hacia activos refugio, una situación que se suele dar después del inicio de un conflicto bélico del que no se sabe la duración, ni las consecuencias con total seguridad. Una agravación de la guerra provocaría posiblemente una caída de los bonos estadounidenses a largo plazo y un fortalecimiento de las divisas refugio como el franco suizo o el yen japonés. En esta misma línea, también se predicen riesgos negativos para el euro. No obstante, los expertos esperan que los mercados vuelvan a "condiciones normales" en la medida que se puedan evitar los peores escenarios de esta guerra.


El mercado energético.

En este caso, será la entrada y el grado de implicación de otros países -en especial Irán- en el conflicto lo que marcará la tensión en el precio del petróleo. Existen tres posibles escenarios: el primero sería una guerra entre Israel y Palestina sin intervenciones más claras, el régimen iraní limitará su exportación de petróleo, los precios subirán, pero si Arabia Saudí y Emiratos Árabes son capaces de suplir la producción, el impacto económico de la guerra será limitado. En el segundo caso, si el Líbano y Siria entran en guerra, el impacto económico sería mayor, con una intensificación de la inflación y una subida del precio del petróleo. Y en el tercer y peor de los casos, si Irán entra a la guerra, el impacto en la economía sería incalculable, los precios del petróleo se descontrolarían y sufrirían tanto la inflación como el PIB mundial.




Por otro lado, el mercado del gas también permanece atento a todo lo que acontece en Israel, ya que, en un intento de independencia energática de Rusia, la Unión Europea llegó a un acuerdo con Israel y Egipto para recibir gas. en concreto, el pacto trataba sobre el envío de gas por parte de Israel hasta Egipto y que, una vez allí, saliera en metaneros. Además, en el acuerdo también se incluyeron proyectos de extracción de gas cerca de los mares de Israel, pero el país ya está cerrando yacimientos clave. El gas ha subido ya un 15% en el mercado europeo y el mercado eléctrico también se está viendo afectado: se augura una subida del precio de la luz en torno a un 4-5%.



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