LOS JÓVENES: los grandes perdedores del mercado laboral español.

 

El empleo y el paro juvenil es un problema estructural del mercado laboral español ya conocido. La radiografía del empleo juvenil explica que los menores de 30 años ocupan esencialmente puestos de trabajo en sectores con salarios más bajos, sufren más desempleo que la media nacional y también lideran el paro juvenil en Europa.

El paro juvenil, ronda el 30%, más de 16 puntos por encima del paro nacional que suma todas las edades. Separando a los que buscan trabajo y no encuentran de los que actualmente están empleados, más de 900.000 jóvenes comienzan su carrera laboral en sectores con salarios más bajos: esencialmente, hostelería y comercio, con una brecha frente a la construcción –sector cuyos salarios sedujeron a los jóvenes en el boom inmobiliario de los 2000– o la industria, que ocupa a unos 300.000 jóvenes y tiene un mayor rango salarial.



La formación es la clave de acceso.

Se trata de un círculo vicioso retroalimentado por la cualificación. Está demostrado estadísticamente que, a mayor nivel de formación, mayor tasa de empleo y menor paro sufren los jóvenes. De hecho, pese a que los jóvenes hasta 30 años con un nivel alto de formación sufren un paro del 16%, este mal endémico se dispara hasta casi el 36% para los que tienen un nivel bajo de formación, es decir, más de el doble, según datos del INE. Además, existe una vinculación directa entre la formación y la experiencia con los salarios, siendo los que más difícil lo tienen aquellos que ni estudian ni trabajan -los ninis-: España cerró el pasado 2022 con más de 931.000 ninis -más que en 2021-. Así lo reflejan también, los datos anuales de la Encuesta de Población Activa (EPA) que realiza el Instituto Nacional de Estadística (INE), con 1.234 euros brutos de media para jóvenes hasta 24 años, y 1.366 euros brutos para aquellos trabajadores -de cualquier edad- que como sumo llegaron a concluir la enseñanza obligatoria. 


La temporalidad.

Además del reto que supone incorporarse al mercado laboral siendo jóven, una vez que estás dentro la rueda la intranquilidad no se esfuma por arte de magia. El próximo paso es conseguir mejorar tus condiciones laborales, que más allá de las salariales se podría traducir en estabilidad.

Los jóvenes no se han visto beneficiados por la reducción de la temporalidad de la reforma laboral; al contrario, creen que son los más perjudicados por las fórmulas alternativas al antiguo contrato temporal: los abusos de los periodos de prueba (y los despidos tras esta fase, que se multiplicaron por siete el año pasado) o la extensión del contrato indefinido con el despido de 33 días a perfiles con salarios más bajos. 

Por otro lado, los contratos por producción son esencialmente temporales, y también las firmas indefinidas tienen trazas de temporalidad por la figura contractual del fijo-discontinuo. Y son dos fórmulas empleadas en los jóvenes que impiden mejorar el problema de la temporalidad. Misma sensación que ofrecen las prácticas, estos contratos presentan cierta mejora -más tras la previsión de que los alumnos en prácticas empezarán a cotizar en la Seguridad Social a partir de 2024-.



La única conclusión positiva que sacan los expertos de sus estudio sobre el mercado laboral es que los jóvenes tienen mayor protección salarial debido a las paulatinas subidas del salario mínimo interprofesional (SMI), que beneficia a los perfiles del sector servicios o a los de bajo nivel de estudios. Todo esto contando con que consigan superar la prueba más dura: entrar en el mercado laboral.

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